UNA CONVERSACIÓN CON EVA MORAGA.
Por Aitana Galán
Comparto con ustedes el diálogo que mantuve con Eva Moraga sobre cuestiones de las que públicamente se suele hablar poco, pero que son esenciales para entender cómo se estructura (o cómo no se estructura) el ejercicio de las profesiones artísticas y/o culturales en nuestro país. Ojalá ayude también a clarificar a los lectores qué es el Estatuto del Artista, el porqué de su importancia, qué medidas se están aplicando y sus posibles ‘lagunas’.
(Publicada en papel en la revista ADE TEATRO, nº189, junio 2022 y disponible también en su versión digital.
Eva Moraga es abogada, mediadora, experta en formación de agentes y organizaciones culturales y uno de los nombres imprescindibles en el desarrollo del Estatuto del Artista, tanto por su implicación durante la elaboración del mismo como por su presencia en todas las mesas de trabajo en su proceso de implantación actual.
Asesora habitual de diversas asociaciones profesionales también lo ha sido del colectivo formado por ADE, AAI, AAPEE, CircoRed, FECED y Unión de Músicos en el proceso de negociación con el Ministerio de Cultura respecto a las medidas concretas que se implantarían para los creadores y trabajadores autónomos de la cultura. Hace unos días presentamos a dicho ministerio un documento consensuado y apoyado por el resto de asociaciones profesionales que configuran la mesa del Estatuto del Artista (ACE, ACE Traductores, Alianza Audiovisual, Acción, Sindicato ALMA, y un largo etcétera). El documento se apoya en las recomendaciones aprobadas por el Congreso de los Diputados, en relación a las necesidades específicas del sector cultural en el ámbito de trabajadores por cuenta propia. Ha sido un proceso largo –aún no concluido- , del que desconocemos los resultados. El objetivo de esta conversación es compartir con los lectores un mapa de cómo se está desarrollando la implantación del EA, en qué aspectos puede o no afectarnos y qué impresiones tenemos hasta el momento. He querido dar la palabra fundamentalmente a Eva por su condición de experta en la materia y abogada, con un largo recorrido en el sector del Arte y la Cultura.
(La conversación tiene lugar por la tarde, vía digital. Esa misma mañana hemos coincidido en el Ministerio de Cultura, en la primera reunión de la Mesa de Educación del Estatuto del Artista)
AITANA GALÁN-.- ¿Cómo vamos con el Estatuto del Artista, Eva? ¿Qué está pasando?
EVA MORAGA.- Están abiertos muchos frentes al mismo tiempo. Ahora mismo, al hacer un repaso, me he preguntado por la fiscalidad… porque aparte de los IAE, no hemos vuelto a saber nada del tema grueso de las recomendaciones fiscales relativas al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, el tratamiento de los rendimientos irregulares o los gastos.
Creo que han querido empezar por la parte que consideraban que iba a ser fácil -aunque luego se hayan dado cuenta que de fácil tampoco tenía nada- y se han dicho, bueno, mientras se soluciona lo del Libro Blanco de la Fiscalidad y sepamos lo que se puede hacer… vamos avanzando en otra cosa o los tenemos entretenidos.
A. G.– Pero recuerdo que sí se estableció una mesa que tratase las cuestiones fiscales…
E.M.- Sí y tuvimos una reunión, una de las primeras, con la comisión interministerial. Hicimos un planteamiento de lo que considerábamos importante, pero en esos momentos se estaba redactando el Libro Blanco sobre la Fiscalidad y hasta febrero o marzo de este mismo año no se ha conocido lo que decía. Ahora es el gobierno el que tiene que decidir qué va a hacer. Es posible que las recomendaciones del Libro Blanco no se lleven a cabo de inmediato, porque consideren que no es el momento. Se supone que nos informarían cuando supieran algo, pero han pasado varios meses y no sabemos nada.
A.G.- Los tiempos se dilatan, como siempre. Porque, si hacemos un poco de historia, ¿desde cuándo se lleva hablando del “Estatuto del Artista”? Es decir, desde cuándo se está intentando establecer una protección a los trabajadores de los ámbitos creativos dentro del sistema general de Trabajo?
E.V.– Desde que se aprobó la recomendación de la UNESCO, en el año 1980, que aquí en España se tradujo mal: se hablaba en esa recomendación “sobre el estatus del artista” y aquí lo tradujeron como “estatuto del artista”. La traducción correcta sería “sobre la condición del artista” . Luego, un poco más tarde, se aprobó un Estatuto del Artista en Canadá, muy limitado, referido a la posibilidad de los artistas de sindicarse, de asociarse incluso para poder ejercer, y ya se quedó aquí ese nombre.
Pero hemos tenido que esperar hasta el año 2018 para que el Parlamento español aprobara un Estatuto del Artista -con todos los partidos a favor, lo cual fue ciertamente un hito- referido a las condiciones laborales y económicas del sector.
A.G.– Hago un inciso para subrayar que en el resto de Europa llevan décadas aplicando diferentes sistemas de protección.
E.M.- Cierto, hay muchos modelos funcionando que una y otra vez hemos señalado a los políticos. Pero hasta 2018 no logramos un consenso. Y desde el 2018 hasta ahora han pasado cuatro años.
A.G.- ¿Y qué se ha hecho concretamente en este tiempo?
E.M.– Bueno, en la 1ª fase se constituyó por primera vez la primera Comisión Interministerial para el Estatuto del Artista y se aprobó una norma en la que se bajó el IVA, se introdujo la posibilidad de cotizar en los períodos de inactividad para los artistas en espectáculos públicos y se comprometieron en el plazo de seis meses a modificar el Real Decreto 1435/1985 -que regula la relación laboral especial de artistas en espectáculos públicos- y a regular la compatibilidad de la pensión de jubilación con la actividad artística. Esta última se aprobó en el Real Decreto 302/2019, pero su redacción generó problemas porque en ella se regulaba la compatibilidad con la actividad de creación artística y planteaba la duda de si se incluía la actividad de interpretación o ejecución de una obra artística. Porque un intérprete o ejecutante, ¿lleva a cabo una actividad de creación? Con la Ley de Propiedad Intelectual en la mano, no. Lo que hace es una actividad de interpretación o ejecución de una obra, por lo que este Real Decreto exigía modificación. Vinieron las elecciones, pasó 2019 y en 2020 nos sobreviene la pandemia. El ministro Uribes se centró en la crisis sanitaria y el Estatuto del Artista se fue posponiendo. Es en 2021, con el cambio de ministros, cuando ya se constituyó una nueva Comisión Interministerial para la implantación del Estatuto. El objetivo es hacer esta implementación de manera transversal con los ministerios correspondientes.
A.G.- Y este es el punto en el que estamos ahora, en el que creo que tenemos todos en general sensaciones contradictorias, porque se está trabajando mucho en algunos temas pero no parece verse del todo la luz…
E.M.- A mí me da la sensación de que se hizo una lectura del estatuto y cada Ministerio se dijo “bueno, en lo relativo a lo que a nosotros nos compete este punto y este otro son posibles, vamos a plantear estas prioridades, etc”, pero por lo que estoy viendo creo que no se va a hacer una implementación del Estatuto, de forma completa, tal y como está. ¿Por qué? Lo hemos comentado alguna vez: para implementar del EA se necesitaría que el propio Ministerio de Cultura tenga una visión clara de cómo querrían ellos que fuera la vida profesional y laboral de estas personas (los artistas y los trabajadores de la cultura) una vez implementado el Estatuto, y a partir de ahí se determinaran las medidas a desarrollar.
A.G.– Exacto, lo hemos hablado mucho.
E.M.– Una visión sobre cómo queremos que se desarrolle, cómo queremos facilitar esa actividad artística que hemos dicho entre todos que tiene unas características que debemos proteger y fomentar. A partir de ahí es cuando tomas decisiones y haces una planificación de las medidas, e incluso aprovechas para ver y adaptar lo que no estaba bien recogido o bien explicado en el Estatuto. Esto es lo que, desde mi punto de vista, debería haberse hecho.
A.G.- Totalmente de acuerdo. Y, sin embargo…
E.M.– Sin embargo, parece que se ha cogido el Estatuto y cada uno de los ministerios ha dicho “Esto es de mi competencia, esto es lo mío, esto no“ y han hecho una extracción. De ahí, parecen haber seleccionado qué pueden hacer más rápidamente o qué cuesta más trabajo…. Y ahí, en vez de trabajar al unísono, de manera articulada, coordinada….Bueno, a lo mejor lo están haciendo así y no lo sabemos… pero me da la sensación de que no; creo que cada uno está estudiando sólo lo que le corresponde. Esto hace que, por ejemplo, en el tema de los trabajadores autónomos estén estudiando lo que les hemos presentado nosotros (los tramos, etc); pero una parte esencial que es el cálculo de los rendimientos netos, si no va acompañada de la reforma fiscal, de qué gastos se van a considerar deducibles para los artistas y demás trabajadores de la cultura… ¿cómo se va eso a implementar?… Vamos a seguir teniendo los mismos problemas de siempre: que la Agencia Tributaria considere que hay ciertos gastos que no son deducibles. Por ejemplo, el Estatuto del Artista recoge la posibilidad de que los gastos de materiales, instrumentos, representación, agentes, etc. sean deducibles también para los trabajadores por cuenta ajena… Esto se pidió porque en países como Francia, por ejemplo, se pueden deducir, y así se recoge también en resoluciones específicas de lo que sería la Agencia Tributaria en Francia. Hay cuestiones que si no se arbitran de manera paralela, simultánea, no solucionan realmente los problemas. Hacen falta las dos o las tres patas a la vez. Y como esto, pues un montón de ejemplos. Volviendo a los trabajadores autónomos, sobre la cuestión de quién es realmente considerado un trabajador autónomo de la cultura, ¿qué vamos a tener de referencia? ¿cuáles van a ser? ¿vamos a tener epígrafes? ¿van a ser los CNAES? ¿tenemos el listado completo de cuáles son esos profesionales que van a estar incluidos dentro de ese contexto? Pues tampoco existe. Y eso se tendría que resolver, porque con la Agencia Tributaria se está trabajando en los IAE, pero sólo a efecto de darse de alta en el censo, no a efectos de tener un listado de profesionales a los que les va a afectar después la reforma del sistema de cotizaciones. Además, la SS no trabaja con epígrafes, sino con CNAES. Por eso es muy importante el trabajo de conjunto. Y como la Administración está muy dividida en compartimentos estancos, está siendo difícil… El Ministerio de Cultura tendría que tener esa visión.
A.G.– Es esa ausencia de mirada global la que mantiene atascado todo el sistema del trabajo cultural en España. Mira el asunto de las empresas culturales que, por supuesto, ha quedado fuera de todas las agendas. ¿Pero dónde se ha visto esto? No hay un solo país europeo que no diferencie entre una empresa cultural y otra que se dedica, qué se yo, a la metalurgia, por ejemplo. Y aquí no hay manera.
E.M.– Pero es que partimos de lo mismo. Lo que sería la plataforma sobre la que se crea todo el edificio del Estatuto del Artista debería implicar un cambio conceptual del modo en el que los artistas se relacionan con la Administración, ya sean personas físicas o jurídicas. Si tienes un país que se preocupa por la cultura y la considera uno de sus pilares esenciales …. El caso es que todos nuestros parlamentarios, todos nuestros diputados se han puesto de acuerdo en enfatizar la importancia de la cultura, y mira que les cuesta ponerse de acuerdo, pero en eso, lo han hecho. Y ha quedado por escrito. Han reconocido que la aportación de las personas que trabajan en el arte y en la cultura es esencial para nuestra sociedad, y que dada la forma en que se desarrollan sus profesiones resulta que no tienen los mismos derechos que otros trabajadores por cuenta propia o ajena, porque sus carreras de cotización son o más breves o cotizan menos, con lo cual muchas de estas personas que han estado dándolo todo por la cultura de este país, después, al jubilarse, o si tienen la mala pata de sufrir una enfermedad, no van a recibir la prestación adecuada. Ante esta realidad nuestros diputados dijeron: “Esto hay que solucionarlo”. La pena es que todos los que se movilizaron en el Congreso, los que lideraron el proceso, han desaparecido, ya no están: o dejaron la política, o pasaron a ser consejeros, senadores, etc. Y los que están ahora, en realidad, conocen muy poco de cómo fue el proceso, no estuvieron allí… ese sentimiento de trabajo colectivo que se generó, no existe ahora, lógicamente. Y desde el Ministerio de Cultura sí hay compromiso, pero también les ha pillado un poco “de nuevas”, porque tampoco estuvieron en el proceso anterior.
A.G.– Digamos que habría que volver a crear ese impulso y trabajo colectivo y recuperar la sensación de que lo que se está llevando a cabo es grande y es importante.
E.M.- Una cosa positiva es que cuando se tuvo que elaborar el Plan Español de Recuperación, Transformación y Resiliencia se decidió que uno de los pilares, de los componentes del Plan, fuera la Cultura. Eso ha llevado a que la implementación del Estatuto del Artista se metiera como un hito del plan estatal. Esto tiene un lado positivo: se aceleró la necesidad de implementar el Estatuto porque era un compromiso del gobierno para poder recibir el dinero. Y se ha de hacer de acuerdo con unas fechas: el 31 de diciembre de 2022 tiene que estar completado. Eso implica acelerarlo todo, pero ¿qué se va a hacer? ¿qué habremos conseguido al final? Habrá que verlo a partir de entonces. Sea lo que sea, tiene que ser aprobado antes del 31 de diciembre y, por ejemplo, el Real Decreto 1435/1985 ya cuenta como algo hecho, cuando en realidad se han comprometido a que en doce meses se rehaga, porque son conscientes de que es mejorable. Pero ya cuenta como “conseguido”. Ya cuenta como hito. Ya podemos recibir el dinero que venga de Europa… y eso tiene sus riesgos.
A.G.- ¿Podemos repasar brevemente los temas sobre los que se está trabajando a día de hoy en el marco del EA?
E.M.- 1) Un sistema específico de la Seguridad Social para todos aquellos que sean trabajadores autónomos de la cultura.
2) La compatibilidad de las pensiones (que va bastante avanzada).
3) Los IAE, a efectos de darse de alta y afectos fiscales, de manera que puedan crearse epígrafes específicos o bien la Agencia Tributaria, a través de consultas vinculantes, pueda especificar en qué epígrafe se tienen que dar de alta esas personas.
4) El asunto de la fiscalidad, que es al que he aludido antes, que está congelado.
5) Queda pendiente la reforma completa del Real Decreto 1435/1985, que aunque ya se hizo una pequeña reforma por las cuestiones de la Reforma Laboral – donde finalmente conseguimos introducir el contrato artístico – existe un compromiso a que en el plazo de doce meses se. apruebe otro Real Decreto mucho más completo (a ver en qué queda, porque parece estar en suspenso o paralizado).
6) Está sobre la mesa la prestación de desempleo para artistas, que se refiere a esta prestación extraordinaria que hubo en la pandemia y convertirla en una prestación parecida al régimen de intermitencia, que, aunque no es igual que el modelo francés, sí sería un régimen de intermitencia aquí en España: una prestación para esos momentos de inactividad.
7) Todo el tema de la mesa de Educación (hoy hemos tenido la 1ª reunión) en donde se trata de definir cuáles son los perfiles profesionales del sector de la cultura que se quiera que estén incluidos en el Catálogo Nacional de Cualificaciones, además de impulsar la aprobación de títulos oficiales para distintos sectores que no tienen ningún título oficial, como por ejemplo el circo, los autores de iluminación y el ámbito audiovisual.
8) Y había también unas cuestiones de formación, impulsadas por el Ministerio, para que el sector conozca los temas administrativos y para funcionarios (demandado por el sector): una formación específica para que los funcionarios que están en tratos con trabajadores de la cultura sepan cuál es su problemática y tengan, de alguna manera, un conocimiento de cómo funciona el sector. Eso parece que lo están haciendo, pero no tenemos información al respecto.
A.G.– Claro, plantearse todo esto sin un cambio de sistema, sin una mirada, como decías antes, global… asusta bastante. Porque rápidamente intuyes que puede haber una tendencia a encontrar soluciones que “parchean” y que, en ocasiones, pueden generar más problemas. Mi pregunta , y es retórica, porque me la hago a diario, es qué pasa aquí, en España, ¿por qué es tan difícil? ¿Esto pasa en Francia? ¿En Portugal?
E.M.– Recientemente se ha aprobado un Estatuto del Artista en Portugal y, aunque hay que ver cómo se lleva a la práctica, simplemente leyendo las definiciones de lo que es, por ejemplo, un trabajador autónomo de la cultura… no habría más que cogerlo y copiarlo, porque está todo muy clarito, muy bien explicado. Se ve que existe una concepción mucho más unificada. Pero aquí tenemos un problema con las administraciones. Lo que yo he visto es bastante inmovilismo en todas las reuniones.
A.G.– No sabes cómo agradezco que lo digas tú.
E.M.- Por una parte, es normal: estas personas se han preparado una oposición, se han presentado, han estudiado de acuerdo con un marco conceptual y llegamos nosotros y les queremos romper todo ese marco. Estaría fenomenal que pudieran asistir a un máster de formación en cómo se trata a los artistas en otros países. También a veces es difícil explicar algunas cosas al propio sector. Por ejemplo, en algunos países, como Francia y Alemania, se han planteado fórmulas para facilitar la cotización de aquellos artistas autores que sólo cobran derechos de autor en donde son sus pagadores los que les retienen una cuantía a cuenta de las cotizaciones a la Seguridad Social. En otros se ha planteado lo que se llama el “monotributo”: es para ciertos trabajadores, sobre todo los que ellos llaman independientes, y se paga una cantidad en concepto de IRPF y SS todo de una vez y con eso se solucionan los temas. Hay modelos a nivel internacional que podríamos incorporar. Es, simplemente, abrir un poco la mente… pero nos encontramos siempre con un no. “No. El modelo es este; ya nos ha costado mucho; vamos a intentar modificar lo mínimo posible”.
A.G.– Eso nos ha pasado un poco con la cuestión de los trabajadores autónomos. Como se modificaba el sistema general hemos tenido que presentar propuestas que encajasen dentro de esa modificación… pero como es un modelo nuevo, no sabemos exactamente los problemas con los que nos podremos encontrar.
E.M.-Yo soy consciente de que el sistema que ahora se va a poner en marcha para los trabajadores autónomos con cáracter general va a traer muchísimos problemas. Es un sistema similar, por ejemplo, al de Costa Rica, y es un generador de personas trabajando “en negro”. El 95% de los trabajadores independientes en Costa Rica no está dado de alta, no es un trabajador formal. Se cotizan unas cuantías muy elevadas para los ingresos que se obtienen. Ahora en España estamos hablando de que una persona con ingresos netos mensuales de 670 euros va a tener que pagar 250. Entonces con qué va a vivir, con qué va a pagar el alquiler, a comprar comida… Se cuenta, de alguna manera, con que esas personas tengan otro trabajo, si no, dime tú cómo van a vivir. Y a mí lo que me asombra es que estén implementando un sistema que sabemos a ciencia cierta que en otros países está dando muchísimos problemas. Se va a incrementar el papeleo. Se va a complicar más el tema de las altas y bajas. Me preocupa, porque conozco el tema, ya que hice un informe para la UNESCO sobre los trabajadores independientes de la Música y los problemas que tienen allí con el trabajo formal… Eso mismo se va a reproducir aquí , porque partimos de problemáticas similares.
A.G.– Bueno, desde que se puso en marcha la Reforma Laboral y la Reforma del Real Decreto nos llegan noticias de que se está pidiendo a mucha gente que facture porque ahora es más caro dar de alta.
E.M.- Sí, también lo comentamos. Y se está volviendo a recurrir a las cooperativas y empresas de facturación, porque muchos artistas no pueden darse de alta como autónomos. Algo que no se tiene en cuenta es la complejidad y el laberinto de Seguridad Social, fiscalidad, que supone ser trabajador autónomo, no para una persona de leyes o un funcionario, sino para alguien que se dedica a otra cosa: es una barrera de entrada. Los argumentos que te da la gente para la utilización de esas entidades, son del tipo “me lo facilitan, me lo hacen todo…”
A.G.- Bueno, yo lo entiendo. Si eres autónomo y no tienes un gestor, un asesor fiscal… ¿cómo haces? Yo no podría.
E.M.- Exactamente. En esto siempre insistimos: No sólo es pagar la cuota de cotización, sino el gasto añadido de un gestor para que esa persona pueda cumplir con todas sus obligaciones.
A.G.– A mí me asombra que existan modelos dentro de la administración que no se hayan utilizado para dar cobertura a los trabajadores de la cultura. Por ejemplo, el sistema de los profesionales taurinos, que están dentro del Régimen General, pero con unas características propias que se asemejan mucho al modelo francés de intermitencia: un censo de profesionales, demostrar una serie de días u horas cotizados y un alta anual en la SS. Sé que no hemos insistido en este tema porque parece que el modelo se quiere eliminar , pero la realidad es que durante años sí se podría haber aplicado a las profesiones artísticas.
E.M.- Aunque el francés no es un sistema perfecto para nada (el propio cómputo de horas, entre otras cosas, ocasiona bastantes problemas) sí parte de una propuesta conceptual que pretendía dar soluciones y responder a esos periodos en los que ese profesional deja de estar activo, porque no tiene trabajo, porque terminó la temporada, etcétera, etcétera. Algo importante del modelo que no conoce mucha gente es que la actividad de formación se combina con la actividad artística, por lo que puedes contabilizar horas en las que has impartido clases como horas de trabajo artístico y así llegar al cómputo de tiempo que te exigen para demostrar tu actividad artística. Se trata de entender cómo funciona el sector, de saber cómo se desarrolla de verdad la vida de un profesional creativo y encontrar soluciones. Sé que no es fácil, pero insisto en que estoy echando en falta una mayor visión de qué es lo que se quiere conseguir y de dar respuestas de carácter global, donde después se maticen cosas concretas. Es decir: Esta es la visión y para llegar a ello, necesitamos que esto se modifique, crear un sistema específico para artistas, aquí y aquí.
A.G.– Claro, una visión política sobre el tema. Otra cuestión es que aquí se trabaja y se produce muchísimo aunque las condiciones sean muy malas… El Estado, el Gobierno, siempre puede sacar pecho porque siempre habrá artistas que salgan y destaquen por su cuenta, haciendo milagros. Pero decirle a todo el mundo “no trabajes si no cambian las condiciones” tampoco se puede, porque no lo harían.
E.M.- La gente joven y que tiene poca trayectoria te dice “a mí no me hables de todo esto, a mí lo que me importa es poder trabajar, poder hacer lo mío, mi exposición, presentar con mi compañía un espectáculo…. Eso es lo que me interesa… No pienso en la jubilación”. En el fondo estamos trabajando para ellos, pero tampoco son conscientes de lo que al final les va a suponer, porque no es su preocupación. Es normal en un ámbito donde la supervivencia es lo que prima,pero son cuestiones verdaderamente esenciales, porque afectan a tu práctica profesional.
A.G.- Sí, sí. Tienes un techo, está clarísimo. Crecer es muy difícil, e incluso lo artístico se daña. Las carreras profesionales sufren. Ves que se podría llegar más lejos, pero mucha gente no puede seguir trabajando en determinadas condiciones. Algunas carreras se abandonan o quedan reducidas a cosas más pequeñas, más rápidas, menos costosas, porque afrontar grandes retos es muy complicado y eso, artísticamente, es una catástrofe.
E.M.– Ese es un tema, Aitana…
A.G.- Sí, requiere otra conversación concreta sobre él, lo sé.
E.M.– Fíjate, yo se lo he dicho varias veces a la administración: Es necesario que se sea consciente de que la forma en que las administraciones intervienen en la ejecución de contrataciones, por ejemplo -ni siquiera hablo de hacer política cultural – , también está influyendo de forma directa en la calidad del trabajo artístico
A.G.- Totalmente de acuerdo.
E.M.- Tanto por el marco normativo como por la capacidad de imponer precios a todo un sector que es muy dependiente de la contratación de la administración, esta interviene de forma directa en cómo se conforma el producto artístico, o sea, las obras, los espectáculos.
A.G.- Es exactamente así.
E.M.– Las ayudas (que en casi todo el territorio son anuales y a la producción) y las contrataciones, (donde te imponen los cachés) son las dos fuerzas motrices que están condicionando toda la actividad artística. Ambos temas están fuera del EA, pero tienen una influencia radical en la articulación del sector y yo creo que exigen una reflexión seria. Tendría que decirse que los cachés que se están pagando ahora son inferiores a los de 2006 o 2007. En esos años se bajaron por la crisis económica, pero ahora, con la inflación, ¿esto es sostenible?
A.G.- Ya lo hemos comentado: aquí se trabaja mucho, aunque las condiciones sean intolerables. Lo ideal sería que la gente se plantase, dejase de producir.
E.M.– Si se dijese “Hasta que no haya un diálogo serio sobre lo que se está pagando, nos plantamos”, ¿sabes cómo se quedarían todos los teatros públicos? Vacíos. Sin programación. Pero no una semana, ni un mes… Se quedarían sin nada.
A.G.- Sería lo ideal como forma de presión, ya te digo, pero es difícil que se dé dadas las características y el carácter de nuestra gente.
E.M.– Por otra parte, la administración debería empezar a adaptar los instrumentos normativos que tiene a la forma de trabajar del propio sector. Vuelvo a insistir en que tenemos un freno con la propia administración y con cómo funciona. Nuestros responsables políticos tendrían que tener un gran conocimiento del sector para que al llegar y ser nombrados puedan decir “Esto es lo que yo quiero”, porque van a tener siempre enfrente la reticencia de los funcionarios. Necesitamos responsables políticos con el liderazgo o la visión suficiente para decir “Es complicado, lo sé, lo siento, pero tenemos que hacerlo”. Es el papel que yo creo que debería tener cualquier consejero de Cultura de cualquier Comunidad Autónoma, o el propio Ministro. Estamos viendo algunos detalles positivos en esta dirección. Esta mañana, por ejemplo, cuando el asesor del ministro ha indicado que esto era una cuestión del Gobierno… Y sí, es todo una cuestión de voluntad política, pero para ejercerla tú tienes que saber, tienes que llegar empapado de lo que está funcionando mal.
A.G.- También necesitamos al propio sector. Estamos hablando de asuntos importantes: condiciones laborales, condiciones de vida, etc. Si los propios afectados no hablan, no lo pelean, no ponen sus límites, ¿a qué estamos jugando? Yo siempre echo de menos al sector.
E.M.– La pandemia tuvo una parte positiva: la gente se movilizó. Se crearon varios grupos de asociaciones que trataron de encontrar soluciones para los que se estaban quedando fuera de las medidas generales que el gobierno había adoptado. Eso le dio un gran impulso al movimiento asociativo y la gente se dio cuenta de que si existe liderazgo, si existe una visión, propuestas, fuerza, se pueden conseguir cosas. El sector está bastante más activo ahora que en años pasados.
El tema es que muchas veces las luchas implican más a las personas que están llevando la representatividad en las asociaciones o federaciones que al asociado de base, o al artista que ni siquiera está asociado. No les llega todo el trabajo que se hace porque es complicado equilibrar la cantidad de información que puede salir en un proceso de negociación para que no se creen reticencias en el Ministerio de Cultura, en otras asociaciones, etcétera. Pero hace poco, por ejemplo, con lo que ocurrió con la Reforma Laboral, la movilización ha sido fantástica. La Reforma Laboral dejaba fuera a todas las Artes Escénicas, la Música y el Audiovisual, sin un sistema que permitiese contratar. El contrato que habíamos utilizado durante décadas, mucho antes del Real decreto 1435 /1985 desaparecía por completo. Y ahí la movilización de todas las organizaciones fue brutal hasta que se resolvió. Y ahora lo estamos haciendo con otras cuestiones.
A.G.– Bueno, yo estoy bastante contenta de cómo hemos gestionado el tema de los trabajadores autónomos, más allá de los resultados que consigamos. No sé cómo lo ves tú, pero establecer lazos entre diferentes asociaciones de Escénicas, crear este colectivo de trabajo donde, a pesar de las diferencias, hemos ido a una…
E.M.– Hemos conseguido que el Ministerio de Cultura haga suyo el documento y se lo presente a la SS. No sabemos qué va a pasar, pero esto ya es importante. Y hemos conseguido que el resto de asociaciones, que no estaban en el colectivo, apoyen y hagan suyo también el documento, que tampoco era fácil.
A.G.– Sí, esto ha sido un logro, la verdad, porque cuando empezamos parecía que había poco interés en plantear medidas concretas para los autónomos de la cultura, y no les ha quedado más remedio que asumir que no es una cuestión que vayamos a pasar por alto.
E.M.– Antes de que terminemos me gustaría añadir algo: creo que aunque el sector está ahora más movilizado es necesario que tengamos más líderes. Necesitamos personas que se preparen los temas, que tengan una visión clara de qué quieren conseguir para su profesión, para sus colegas; de manera que, aunque luego estemos otras personas representando, ayudando y acompañando en el proceso, puedan tomar la palabra y manifestar claramente lo que se quiere. Porque se nota que en aquellos sectores donde hay más liderazgo, más empeño… donde estáis machacando uno, dos y tres, se consiguen más cosas que en los que se está un poco “a ver qué pasa”. Hay que estar muy encima y continuamente llamando a la puerta, porque los meses pasan y no se hace nada. Es necesario que haya no una, sino varias personas, con un liderazgo distribuido, que vayan empujando con una visión muy clara de lo que se quiere conseguir, con conocimiento de causa: estudiándose los asuntos y sabiéndolos exponer.
A.G.– Muy de acuerdo contigo. Y me alegra que lo menciones, porque siempre he pensado que el sector tiene que estar mucho más presente en las administraciones, dando caña. La administración debe asumir que no es un asunto personal, sino profesional y de justicia. Hay que acabar con esa idea de que pueden ponerte una cruz o reducirte las ayudas si tu actividad social les molesta. Eso es una mala praxis, que nos ha hecho mucho daño.
E.M.- Mira, las cuestiones de malas prácticas tampoco las hemos tocado…
A.G.- Cierto, quedan cosas en el tintero, por lo que te emplazo a mantener otra conversación dentro de unos meses, para ponernos al día sobre el proceso y profundizar en las cuestiones que hoy, por la magnitud de los temas, hemos dejado al margen.
E.M.-Bueno, yo creo que hemos hecho un buen repaso...
A.G.– ¡Y tanto!
Aitana Galán.
En Madrid, junio de 2022.